Este camino empezó en alguna parte, pero la salida se vuelve vaga, y a veces no puedo evitar mi propia risa, que estridente y sonora acaba con la densa paz del lugar.
Me aferro a mi arma, dispuesta a luchar hasta el final. La fina capa se enreda en los arbustos, y se resquebraja, igual que mi alma.
Encontraré mi lugar, y mi risa volverá a ser cristalina, como las aguas de aquel río donde fui feliz. Y la mañana clara traerá otra vez rayos de sol...
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